Sólo universitarios en el Congreso


| Por: Gearóid Ó Loingsigh* |

Existe una propuesta de ley de exigir títulos universitarios a los que quieren presentarse para el Congreso de la República. La iniciativa es del Centro Democrático y busca “establecer como requisito adicional a los vigentes para acceder a los altos cargos del Estado, que aún no lo exigen, el poseer título universitario de pregrado”[1]. Según los proponentes busca elevar el nivel del debate en el Congreso.

El proyecto de ley, establece algunas excepciones que son los indígenas y afros en las circunscripciones especiales, pero el indígena o afro que se presente por fuera de esas circunscripciones debe tener título también. La propuesta es altamente reaccionaria, pero no nace en el seno de la derecha, sino en la izquierda y es un claro ejemplo del dicho, cuidado con lo que deseas.

Cuando Macías fue elegido como presidente del Senado, hubo mucha controversia sobre su falta de formación académica, y no tanto sobre su bruteza intelectual en sí, como si el título universitario confiriera inteligencia. Macías cometió varias embarradas en el Congreso, pero fueron políticas y respaldadas por los congresistas, como su discurso en la apertura del Congreso. Primero cuestionaron su título de bachiller por que parecía falso, luego él presentó documentos señalando que a la edad de 41 años se presentó a las pruebas del Icfes, donde sacó un 270 sobre 400.  No es precisamente una persona de la izquierda, sino más bien liberal, pero como en la realidad muchos de los llamados congresistas de la izquierda son liberales en la práctica podemos citar a María Antonia Pardo.  Sus preguntas son un fiel reflejo de lo que decían hasta amplios sectores que se describen a sí mismos como revolucionarios.

Para nadie es un secreto que la educación colombiana está en la cola de cualquier listado internacional y que por ende, a la hora de evaluarla, la mayoría de estudiantes nacionales obtienen resultados mediocres o pasan raspando. Eso está clarísimo. ¿Pero quién demonios nos convenció de que, como eso es así, debemos resignarnos a ser gobernados y que nuestras leyes sean propuestas, redactas y aprobadas, por lo más insignificante, lo más pandito, que sale de nuestras instituciones educativas y no por las mentes más brillantes? Porque vean, al poder ejecutivo lo preside en este momento “un 7” y al poder legislativo lo preside “un 6”. ¿Mucho pedir que nos dirijan “los de 8” para arriba como cuando en la época del uniforme de cuadritos y botines lustrosos escogíamos al mejor posible para que nos representara en otro colegio? ¿Exigir eso es odioso, discriminatorio, antidemocrático? ¿Cuál es la tirria que le tenemos a los más estudiosos, a esos que despectivamente llamamos “nerds”? ¿Creen que a alguien, para concursos no relacionados con el arte o el canto, se le habría ocurrido elegir de representante de su institución al que pasaba raspando con 6? Tal parece que de pelaos la teníamos más clara. O éramos menos demócratas y cero incluyentes. ¿No será por haber dejado esa sana costumbre de elegir al mejor atrás, en el pasado, que el presidente actual es buenísimo con la guitarra y con la pelota, pero muy malo gobernando?[2]

Se puede palpar el elitismo de la autora frente al sistema educativo, quien accede a ella y las notas que reciben los estudiantes. Deben gobernarnos los del 8.

Cabal es politóloga de Los Andes, pero cree que la Unión Soviética todavía existe y que Putin es un comunista y que la masacre de las bananeras es un mito.  Paloma Valencia tiene varios títulos, es abogada de Los Andes con una especialización en economía también de los Andes y para colmo una maestría en escritura creativa de la Universidad de Nueva York. Pero más bruta no hay. Simón Gaviria es otro.  Según su propia página web es economista de la Universidad de Pennsylvania con tesis laureada sobre Reforma Pensional, y una especialización en Matemáticas y Econometría.[3] Se supone no sólo que sepa leer, sino que él sabe leer en inglés también. Sin embargo, no lee, o por lo menos no lee las leyes que él aprueba. En 2012, estalló un escándalo en el primer mandato de Santos respecto a la reforma de justicia, pues Simón Gaviria firmó una ley que no había leído.[4]  Santos tuvo que convocar al Congreso a sesiones extraordinarias para deshacer la embarrada del "Doctor" Gaviria.

Las críticas a la formación académica vienen de la izquierda, como si, en la práctica, poder acceder a la universidad fuera un derecho universal. Creen que los problemas en Colombia son el producto de falencias individuales y la falta de formación de los políticos. Empero, Uribe, José Obdulio, Alfredo Rangel y otros tienen estudios universitarios y no son brutos.  Ahora la derecha recogió la idea y pretende excluir a la mayor parte de la población de poder ser congresistas por no tener título universitario, título que los pobres consiguen a duras penas, cuando es que lo logran.

El derecho de representar políticamente a un grupo de personas es un derecho democrático, y no se debe filtrar por la formación académica o profesional de las personas. Un lustrabotas tiene derecho a presentarse en nombre de los demás lustrabotas o incluso de los médicos, si quiere. Existe una idea que sólo los privilegiados pueden y deben representar a los demás.  La idea no es colombiana, se ve en muchas partes del mundo.  Hasta Gandhi tenía la idea que él era el representante de los llamados intocables (Dalits) y no Ambedkar quien era un Dalit.  Valga decir que Ambedkar luego jugaría un papel importante a la hora de escribir la Constitución de la nueva república de la India, pero para el elitista Gandhi, él no merecía representar a su propia gente.[5] También han existido y existen todavía discursos sobre los negros, los latinos, los árabes etc., sobre quienes deben representarlos y si deben cumplir con algún requisito impuesto por los señores, bien sean de la izquierda como de la derecha.  Las críticas sobre la formación académica de varios políticos se devuelve como un bumerán y la derecha de un plumazo, si prospera el proyecto de ley, puede restringir el derecho de los pobres a representarse a sí mismos.  La izquierda bien barata de Colombia lanza propuestas, consignas y arengas con la puntería de los asistentes de una boda lanzando arroz y con el mismo resultado, sólo ensucian el andén.

Los problemas con los políticos colombianos son ideológicos, no académicos y los señores feudales del Congreso, tanto de izquierdas como derechas no son mejores que los pobres y no tienen el derecho de excluir a nadie de ser elegido. Colombia ha elegido a muchos con maestrías etc., y no ha servido para nada, toca la hora de los lustrabotas y recicladores, ¿o acaso no tienen derecho a voz y voto propio?

Luego de restringir el derecho a ser elegido restringen el derecho a votar con el mismo argumento.  A nivel mundial varias voces de la derecha lo han dicho y existen antecedentes históricos respecto a eso.


Imagen de referencia: @CongresoVisible


[2] Pardo, M.A. (29/03/2019) El Icfes de los presidentes https://www.las2orillas.co/el-icfes-de-los-presidentes/
[4] Semana (22/06/2012) "No vi la minucia de la ley ni revisé la ley artículo por artículo": Simón Gaviria https://www.semana.com/politica/articulo/no-vi-minucia-ley-ni-revise-ley-articulo-articulo-simon-gaviria/259906-3
[5] Para un análisis y crítica al papel de Gandhi véase la edición anotada con prólogo de Arundhati Roy de , Ambedkar, B.R. (2014) The Annihilation of Caste: The Annotated Critical Edition. Verso. Londres y Nueva York.

Publicar un comentario

0 Comentarios