| Por: Luis Orlando Ávila Hernández* |
Esta pandemia y el medio-túnel de 11
años y 2,9 billones de pesos, de nuevo hizo aflorar ese mal endémico de las
elites políticas y sociales ibaguereñas, que se rifan a este departamento y sus
recursos, y de paso, nos imponen esa contracultura vergonzante que solo el
arribismo ignorante y la estupidez permiten.
Todos a una como en fuente ovejuna, esta
vez, subgobernador, subalcalde y quien lo creyera, el decano y socio de una
universidad privada en Ibagué, señor Hernando Hernández, públicamente
declararon su frustración vergonzante de ser Tolimas y no poder ser, según
ellos, ese modelo de misoginia, ninguneo social y exclusión criminal que
significa la transculturización denominada “paisa”, que encierra desde el poder
de facto del narco hasta el recientemente famoso “bala es lo que hay, bala es lo que se tiene“.
Quienes somos directa progenie de
antioqueños y cundinamarqueses (nosotros sí frustrados por no ser auténticos
raizales Tolimas) hemos aprendido, viviendo en Ibagué, que la antioqueñidad se
distancia, y mucho, de ese mito invisibilizador que asignan bajo el término
“paisa”.
La primera, fundamentada en la
cordialidad, la cultura, el intelecto, el humanismo y en la solidaridad.
El segundo, basado en la ventaja
leguleya, el lumpenazgo, el abuso y la codicia mafiosa sobre el débil, la
ilegalidad, la incultura y el egoísmo social.
De la misma forma (y sin poderlo gritar
ante la falta de heredad) el, le o la tolimense representa ese legado de social
pasividad comprensiva (y quizá terapéutica, dado que los fratricidios,
parricidios y feminicidios no son norma en estas tierras), de cultura, de arte,
de conservacionismo naturista (mucho antes que apareciera la moda ecológica), y
sobre todo, de esa especie de intelectualidad manifiesta bajo un espontaneo
sentido del humor en él, le o la raizal campesina tolimense, que sociológica e
históricamente cohabitan los valles y llanuras de la cuenca de los ríos
Magdalena, Lagunilla, Venadillo, Saldaña, Sumapaz y Cabrera.
La repetida caricatura ninguneadora de
su “falta” de “emprendimiento naranja” sobre los, les y las Tolimas, que desde
mucho antes de los 90 dispensan mediáticamente perfectos exponentes de ese
remoquete “paisa” que desdibuja y vulgariza a la antioqueñidad (por ejemplo,
como el señor Vargas Vil, afín paramilitar y presunto violador de niñas), solo
busca eso mismo en lo que han caído la vergonzante elite política y social que
se distribuye al Tolima, para sostener su riqueza familiar: sentir pena pública
por vivir en el Tolima y compartir la tara de no ser como ellos, los “paisas”.
Como discurso mediático y “humorístico”,
por décadas ha dado sus frutos: una gran parte de las grandes obras y las
inversiones sociales en Ibagué y el Tolima, desde el señor Dario Echandía hasta
hoy, solo van a parar a los bolsillos de acuciosos “paisas” o a socios de tales
en estas tierras, que nos han enseñado que la invención de la pereza como
acusación sin base, así como la de Dios, es una justificada arma mercantilista
que rinde sus réditos.
Y para ser justos con los áulicos
dirigentes ibaguereños que asistieron el viernes a la inauguración del medio-túnel
de los 100 años, ellos no han sido los únicos ni los primeros.
Baste un solo ejemplo de miles que
existen: El señor Francisco Peñaloza, multialcalde y multigobernador, premiado
por el silencio de la historia que erige el establishment y la prensa local,
fue famoso por la leyenda urbana que narra cómo una poderosa empresa
constructora “paisa”, en los 90, a la que benefició con millonarios contratos
de obras civiles en Ibagué, previa exigencia de su invención del 20% sobre el
total contratado, le hizo conejo y una vez contrato en mano, se negó a
cumplirle el presunto acuerdo sotto
voce, lo que despertó en el multipremiado, su ira al estilo
“guacharaca”, por todos los pisos del Palacio de la Gobernación contra los
funcionarios que no le pudieron truncar el contrato otorgado a los “paisas”.
Por eso la imagen de la cual no puede
haber ni hay registro conocido de mayor vergüenza, que la del sub-gobernador en
actitud ladina, genuflexo, hincado ante el más patético presidente que ha dado
Colombia (incluido el vergonzante canturreo de volvernos como ese señor
“paisa”, gracias a un medio-Tunel que no va, si no que viene cargado desde
puertos), entrelazado a una cinta que ni siquiera fueron capaces de cortar.
Ni que decir de una más de las del señor
Hurtado, hablando públicamente en esa especie de atrio virtual que nos ha
impuesto mañana, tarde y noche, todo un manantial de sin sentidos acerca de los
beneficios (sin cifras ni datos como buen ingeniero, sin matemáticas) que
Ibagué tendrá con un túnel, a medio terminar, que solo dejará correr
contenedores del puerto de Buenaventura hacia Bogotá, sin percatarse que a
Ibagué gobiernos como el suyo (y como el de su “paisa” presidente), desde
antaño la condenaron a un mero cambiadero de aceite y una tanqueadora de
combustibles.
Pero la gota que rebosó la copa, por ser
quien funge y porque la prensa silente ha convertido en una especie de mamo jurídico que
discierne de lo divino y lo humano desde sus cómodos logros burocráticos, fue
la mención del señor Hernández, por casi 30 minutos en la emisión matutina
radial del noticiero de la Voz del Tolima, el pasado viernes, horas antes del
zaperoco inaugurador.
Entre decires y lugares comunes, el
señor académico, además de reivindicar que con el medio-tunel deberíamos
volvernos una especie de “paisas” con el viejo Caldas (que ni siquiera entre
ellos se aguantan, o solo preguntar a Armenia que tiene en común de obras de
beneficio social con Pereira o Manizales), llegó hasta la imprecación de
decirnos, sin sonrojo alguno, que el medio-tunel de los 2,9 billones, logró
denominarse con el nombre del tristemente célebre señor Echandía, ¡¡Porque éste
había sido magistrado del tribunal de Armenia!!.
Hágame el uribista favor. Entonces
¿Porque no le denominaron cacique Calarcá o Yulima o cualquier otre guerrere
Pijao, Cuyabro o Quimbaya? ¿Tal vez porque la ruana del viejo hidalgo no se
hizo ruana, sino cepo contra elles?
Con esa lógica, se imparte cátedra, y
quizá hasta doctrina jurídica, en muchas aulas de Ibagué y el Tolima.
Con esa misma lógica, al tener Colombia
subpresidente “paisa”, ministros y mandos militares-policiales “paisas”, y
mentor encarcelado N°1087985 “paisa”, el señor Hurtado, el señor Orozco y el
señor Hernández, públicamente nos canturrearon, delante de estos “paisas”,
enjutos como los muñecos de la famosa serie infantil Tele Tubbies, nuestro
inexorable destino “paisa” para todes los 1,5 millones de tolimas.
Bajo esa misma lógica, tenemos un
triángulo del Tolima de tres décadas sin funcionar y cuyas tierras adyacentes
han sido robadas catastralmente a los indígenas raizales de Coyaima, Natagaima
y Guamo.
Bajo esa misma lógica, Ibagué y el
Tolima a hoy, no cuentan con una sola gran empresa o gran industria de capital
“paisa”, que genere una abultada demanda de mano de obra calificada tolimense.
La única que tuvimos, que era orgullo
antioqueño y tolimense, la gran industria de textiles y confecciones para
exportación en la antigua vía a Perales, el uribismo “paisa” la quebró al
autorizar el contrabando chino bajo su confianza inversionista, desde su primer
fatídico gobierno.
Aunque mucho va de Portland (Oreg., USA)
a Ibagué (Tol., Colombia), ciertas yerbas del pantano deberían aprender un poco
de dignidad, independencia territorial y autoridad gubernamental: El alcalde de
dicha ciudad gringa, contra toda amenaza y poder del psicópata presidente
Trump, se ha negado a llenar de sangre las calles de la ciudad con la
militarización de sus calles, gritándole en plena cara hace menos de una semana
“Saque su infierno de nuestro
camino“; ejemplo de autonomía y gobierno en las calles
que llevan ya 100 días de protestas diarias contra la xenofobia que implican,
entre otros, remoquetes mediáticos neo-nazis validados y normalizados
transculturalmente como “paisa” o “supremacismo blanco”.
Lo mínimo que debieron hacer, en un acto
de dignidad que nos representara a los Tolimas, fue abstenerse de asistir a un
acto inaugural de la vergüenza, en el que nada tenían que hacer y en el que
nada se beneficia a Ibagué, al Tolima y a su economía maltrecha.
Por lo menos pasarían a la historia. Pero
eso, es mucho pedir.
Les funciona más la lógica echandiísta.
(*) Ingeniero agrónomo, Propietario de la extienda
cultural La Guacharaca.
Imagen de referencia: Gobernador, Alcalde y Decano en su solicitud de
trasvestismo idiosincrático, según la ocasión y el gobierno nacional.
Composición con imágenes tomadas de los portales RCN Radio y
de la Universidad de Ibagué.
0 Comentarios